"Canto de mi alma, se me ha muerto la voz,
muere, sin ser cantada, como las lágrimas no derramadas
se secan y mueren en
la perdida Carcosa."

jueves, 15 de diciembre de 2011

Una noche, a secas.

Aunque me esperaba una muchedumbre al llegar, me dí cuenta de que era de los primeros asistentes cuando subía la escalera y no oía más que mis propios pasos retumba en la pared. Dentro alguien tocaba la guitarra mientras dos o tres escuchaban en el sofá. Jamaica me miró.


-Tio, la maría del compañero del Carlos está del carajo. Pero...buf.


Pensé entonces que nunca había podido conversar con ella. Conversar en serio, se entiende. Siempre que hablaba conmigo iba demasiado ciega o yo demasiado borracho como para poder decir algo sensato. Y cuando estaba sobria, yo solía ir igualmente excesivamente perjudicado, tanto como para no poder ni siquiera acordarme de qué le había hablado a la mañana siguiente. Cuando ambos nos encontrábamos en plenas facultades, no teníamos demasiados temas de charla.


Volviendo al salón, aquello estaba más muerto que Babe, el cerdito valiente en una convención de Campofrío. Necesitaba hacer algo para escabullirme de allí hasta que empezaran a llegar las masas. Llevaba ocho botellines de importación para la colección que teníamos, pero era evidente que necesitaría cerveza al por mayor para llegar al estado deseado, así que no me importó bajar con otros dos al DIA.



De puta madre, una cerveza nueva de marca blanca, y encima con 8 grados. 20 de estas, una de vodka, y una de licor café. Con esto valdrá para empezar.


Tuvimos tan puta suerte que el otro grupo de colegas que aún no había llegado hizo exactamente la misma compra, con la diferencia de que traían dos botellas de vodka y bastantes latas de medio litro. Eso, sumando a lo que acabaríamos racaneando de los demás invitados, daba un mejor aspecto a la noche. Me abrí una cerveza caliente y llenamos la bañera de hielo.


A partir de aquí empiezan las lagunas. Bueno, obviamente no a partir de la primera lata, pero al principio no ocurrió nada interesante. Y cuando no ocurre nada interesante bebo más rápido.


Recuerdo un experimento suicida con un soplete conectado a un camping gas. Alguien se encendió un porro con él.


Tambien recuerdo a una polaca. Le dije que el polaco es un idioma complicado. No he escuchado polaco en mi vida, pero es lo que me han contado.


Recuerdo charlar de política (¡Joder! ¿POR QUÉ SIEMPRE ACABO CHARLANDO DE POLÍTICA CUANDO VOY CIEGO? -seguro que sueno a gilipollas pedante-)


Y prepararme rusos blancos.


Y beber rusos blancos.


Y robar la botella de ron miel, y abrirla rompiendo el papel del tapón.


Y apurar los restos de la botella vacía.


Me puse un ridículo gorro sudamericano que me encanta. Y charlé con una americana, de…de algo en inglés. Las americanas suelen ser bastante estúpidas o bastante interesantes, pero la mayoría de las veces hablo con ellas solo para practicar algo el idioma, sin importarme una mierda lo que quieran o la impresión que causo. Qué coño, hay que saber causar una mala impresión en cualquier idioma. Es parte del aprendizaje.


Me viene a la mente un salto por el balcón para entrar en el salón, y beber con Carlos las botellas de cerveza que traje.


Y creo que es una de las pocas veces en las que he visto a la gente decirme que voy borracho. ¿Cómo coño NO quieren que vaya borracho? No sabía exactamente por qué, pero toda presencia me resultaba insustancial aquella noche. Al menos a mí, al auténtico yo. Quizá el colgado balbuceante de la mirada perdida con gorrito sudamericano e incontinencia verbal opinara de manera diferente.


Y la laguna llega hasta un momento en el que me encuentro con la última copa en la mano, una cerveza fuerte que rocío con un chorreón de vodka caramelo. Carlos me imita. Bebo mi copa pero la suya va a la mitad, por lo que con aires de superioridad vacío su vaso.
Después estoy mirando al suelo, vomitando macarrones.


Después,negro.


Despierto con mi novia durmiendo en la colcha que se extiende sobre el suelo. Yo estoy en la cama, y la luz del día se cuela por los pequeños rectángulos de la ventana.


-¿Estás bien? – me pregunta


¿Cómo que bien? ¿A qué cojones se refiere? Bueno, recuerdo algo. Sí, creo que vomité pero.. ¿Qué hace sin dormir en la cama? Oh, dios. OH, DIOS. Levanto la colcha de un puñetazo y miro. Efectivamente, he vomitado en la cama. Y la resaca me mata. Me levanto tambaleándome y llego a la ducha, donde me desnudo y me acurruco en el suelo vencido por la vergüenza. Por suerte ella me ayuda a ducharme. Luego hacemos el amor y al salir de la habitación como tortilla de patatas con café en el patio, junto con los restantes, que están de mejor humor y más interesantes que nunca. Alguien ha roto la tapa del baño, pero a nadie parece importarle. Joder.


Algunas mañanas están mejor que las propias noches.


Algunas resacas mejor que las propias fiestas.


Y todos los silencios están mejor. A secas.

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